pulgas y vuelos

Los cuatro hermanos nómadas y el padre montaron el campamento que durante unas semanas sería nuestro hogar bajo el glaciar suspendido sobre los pastos.El estruendo del agua que brota del glaciar no me dejará dormir la primera semana.En las restantes semanas, serán las pulgas las que no me dejen hacerlo en períodos de más de 30 minutos.

 

La peste que mató a la mitad de la población europea en la Edad Media llegó con las pulgas que acompañaban a los rebaños de las hordas invasoras de Asia Central.

 

Dos meses más tarde en India,con fiebre y tosiendo sangre, me diagnosticarán peste neumónica Y me repatriarán (en clase primera de Lufthansa,yujuu ) tras rigurosa cuarentena.

No sé por qué maldito capricho del destino coincido en el vuelo Ginebra-Madrid con mi señora madre,a la que no había informado de mi viaje en solitario a Asia para ahorrarle preocupaciones ( y ahorrarme broncas).Se me suponía veraneando en Murcia.

La bronca que me cae a 9.800 metros de altitud, sobrevolando los Alpes, es peor que la peste,el estruendo del glaciar y las pulgas juntas.Y además no puedo coger la puerta e irme.